7º día. Una semana en París.




Venía durmiendo mal, por suerte hoy dormí bien y me levanté mejor. Tenía que estar a las 12 en la casa de Alberto, para desbloquear los celulares, pensaba ir caminando por lo que tardaría 1 hora como mucho; recuerdo que el vivía pasando la plaza de la republique 6 cuadras más o menos.Me pude preparar tranquilo, porque
me desperté temprano, y leer de paso los diarios de argentina por internet. Fui caminando primero hasta el Boulevard Haussmann, creo casi seguro que es donde estan las galerías la plaza de la Republique. Sobre el Boulevard me crucé con dos arcos, más pequeños pero grandes igual, con solo unas cuadras de diferencia; no eran imponentes, pero si atractivos, y tenían el encanto de ser una sorpresa en el medio de la ciudad que no figurara en ningún mapa.
Caminé una cuadras derecho y llegué a la plaza, sobre ella se erige una enorme estatua de una mujer con los símboloso republicanos, supongo yo que será la Marianne. La plaza es muy linda, además de ser una de las pocas cosas, en París, que hacen honor a los buenos valores republicanos y no a las ideas monárquicas. La ubicación de la plaza es complicada, en ella confluyen 10 calles, lo que hizo qué me desorientara por cual tenía que seguir mi camino. Sin embargo, después de un rato caminando, no tuve problema para llegar hasta lo de Alberto.
Los departamentos en París son diferentes que en Buenos Aires. Acá en vez de tener una llave para la puerta principal, de planta baja, tienen un un marcador donde ponés un número secreto, este número es normal decírselo a las personas que te frecuentan porque, otro problema, es que los departamentos no están señalizados más allá del piso, lo que genera confusiones para llegar a ellos. Por suerte, ya había venido a lo del Alberto y sabía el número que tenia que marcar y conocía la puerta de su departamento. Llegué sin problema y me encontré con él. Pasé un toqué al depto y después fuimos a intentar desbloquear mi celular y el de mi vieja y conseguir un número.
Justo al frente de la casa había un típico local de celulares, igual que allá pero más cool . Casualmente la persona que nos atendió era un joven tardío de venezuela y hablaba castellano. Vio nuestros celulares con ojo de arqueólogo. El procedimiento era asi, desbloquear el celular para poder tener un número francés costaría 15 euros y darle una línea con 5 euros de crédito, 20 euros. Dije que sí, sin drama. Pero con mi celular no hubo caso, era muy viejo (siendo mejor que el de mi vieja); evidentemente no voy a tener celular con señal en Europa. Con el cel de mi vieja no hubo problema.
Nos fuimos del local de celulares, bajamos por la avenue de la republique y fuimos al canal sain martin. El canal se maneja por un sistema de exclusas, con diferentes graduaciones del nivel del agua similar al del canal de Panamá. En su momento, tenía un importante movimiento comercial, pero es cada vez más importante por su valor turístico. Dimos una vuelta por el canal y encaramos para un mercadito al aire libre cercano ahí. Lamentablemente la lluvia, desde que salí de casa no paró de garuar, logró que el mercado se despoblara para el mediodía.
Dimos algunas vueltas más y terminamos en un típico café estándard de París, aunque acá nada es estándar todo tiene toques de decoración que los hacen diferentes. Probé un coca después de una semana, el sabor es diferente, más dulce, no me gustó mucho. También en el medio de una conversación con Alberto, ví como una camioneta se la ponía contra un auto que iba a doblar (mal). Creo que es más mito que otra cosa que los europeos manejan bien, no se en otras partes, pero los franceses no manejan bien, por lo menos no mucho mejor que nosotros. Acá no hay nada señalizado y sorprende ver como doblan de cualquier modo, sin preocuparse mucho por el resto. No me sorprendio el choque, por el nivel de tosquedad con que manejan. Otro dato curioso es como estacionan, ignoro si está reglamentado, pero no les importa dejar una o dos ruedas encima de la banquina e impedir el tránsito peatonal. También ví que todos los que manejan hablan por el celular, otro motivo para chocar.

Después del café express, Alberto se tenía que ir y me dejó cerca de su casa. Aproveché para escaparme entonces al Cementerio de Pere-Lachaise. En este cementerio de París se encuentran los resto de Jim Morrison y Edit Piaf, entre otros. No me costó llegar, eran cinco cuadras a lo mucho. Decepción fue que, antes de entrar, no pude encontrar ningún puesto de flores para dejar a los respetados difuntos. El cementerio es enorme, pero la entrada pública es pequeña y discreta subienod unas escaleras, como si para entrar al Cementerio de la Recoleta, la entrada estuviera en azcuénaga. Apenas al entrar, hay un mapa donde figura donde se encuentran alejadas las personalidades conocidas, la lista era larga. Sopresa grata fue encontrar un montón de personalidades que les tengo gran devoción. Entre otras personalidades interesantes estaban: Auguste Blanqui, Lois Blanc, Ledru-Rollin, Allan Kardec, Apollinaire, Balzac, Moliere, Wilde, Morrison, Georges Bizet y un par más.
Intenando descifrar como iba a hacer para recordarme el mapa del cartel, conocí a una pareja de amistosos chilenos de mi edad: Gael y Victoria. Gael tiene 25 años y ya es ingeniero naval, el nació en Francia y se fue para Chile a los 15 años. Victoria tiene 24 y es profesora de Inglés, es su primer salida al exterior. Ambos paran en la casa de la abuela de Gael en las afueras de París, con ellos recorrí todo el cementerio. Una lástima no haberme sacado una foto con ellos.
Primero fuimos al norte del cementerio a buscar un folleto-mapa para cada uno. No tuvimos problema en conseguirlos, manejarse con alguien que habla francés hace más fácil las cosas. Una vez que estuvimos los tres con plano armamos un recorrido unificado con lo que cada uno quería visitar.
Los cuervos y el clima, frio y nublado, eran una buena compania para nuestra visita al cementerio. La primer parada era Edith Piaf, creo que le decían el gorrión de París ¿no? Las tumbas mechaban entre panteones similares a los de recoleta y las típicas tumbas de película, todo es recubierto por el paso del tiempo. Muchas veces las tumbas que visitamos estaban perdidas entre otras, sin una flor que recuerde a la persona. Entre las tumbas que mas afluencia parecían tener estaban, obviamente, la de Jim Morrison y la de, esta no la esperaba, Allan Kardec, esta última estaba rodeada de flores por todos lados. Recuerdo gente que Allan Kardec fue el invento del espiritimos, son famosas sus sesiones de espiritismo a fines del siglo XIX. Una de las tumbas que mas me cautivo fue del nunca bien recordado Auguste Blanqui, militante revolucionario qué pasó la mayor parte de su vida preso, su tumba lleva encima una reproducción en grabado de metal del cuerpo de Blanqui a la hora de su muerte, en tamaño real. Me hubiese gustado por dejarle una flor al de profesión proletario como el 90% de la población francesa. Estuve toda la tarde en el cementerio con los chilenos recorriendo el Cementerio. Fueron muy agradables y por suerte tuve compania para sacarme fotos.
En mi búsqueda-desafío de intentar conocer a la sociedad francesa, a Francia, y a todo lo que se refiere con el pensamiento social francés, hablé mucho con Gael para que me cuente su visión de los franceses. Sostuvo que, comparando con la sociedad chilena, cada país tiene sus pros y sus contras y así también los tiene Francia, de igual modo le parecía que la sociedad francesa era muy heterogénea. Afirmó justamente que hay franceses ignorantes, como en todos lados, y hay franceses más abiertos, más predisupuestos a escuchar. No creo que se pueda negar esto, pero es una verdad entre unas cuantas para conocer esta sociedad.

Salí tipo cinco, tarde para visitar cualquier otro lugar, que además quedaban a trasmano. Decidí hacer algo que venía postergando. Enfilé para volver, caminando por el boulevard Saint Martin, decidido a entrar en el primer café que vea agradable para comer algo rico y leer un poco. El problema es que todos me tentaban. Terminé entrando en un bar de sandwiches baratos de París, por suerte el que atendía hablaba español y mi compra fue más provechosa. Aunque el lugar era chico, me sentí muy cómodo. Me quedé un rato leyendo y volví para casa.
Llegué relativamente temprano, tipo 7, pero con cansancio acumulado. Boludié un rato y me fui a dormir temprano.

Comentarios

  1. en todos lados se cuecen habas decía mi abuela

    ResponderEliminar
  2. Hola Andrés: vengo siguiendo tu diario desde el primer día. Parece que no te olvidaras nada. Por lo que recuerdo de París -creo que la última vez que pasé por allí y curiosamente acompañado por el mismo tío Alberto que ahora te guía a vos, fue hace 22 años- tu relato me despierta recuerdos como rabietas por no lograr hacerme la composición de lugar cuando mencionás pasajes, barrios y palacios que creo, ya sólo puedo creerlo, que alguna vez los vi.
    Seguí, no olvides hasta el más mínimo detalle -me conmovió tu encuentro con la Revolución Francesa en los cementerios así como tu pesadumbre por el olvido al que la van abondanando los franceses y los europeos más en general (entendiendo aquellas naciones que alguna vez fueron conmovidas por la libertád y la igualdad, que como sabés, no es el caso de unos cuantos países de por allí).
    Como se trata de mi primera vez escribiendo en un blog, no estoy seguro que llegarás a leer mi comentario.
    Te mando un abrazo muy grande, otro para Alberto que lo quiero mucho.
    Hasta mañana.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario