Vestidos folk de Yakutia
En la movilización
El lunes fue el lanzamiento oficial del festival político. Era un interrogante para mí lo que iba a terminar siendo y también iba a ser un termómetro de lo político del festival. Por cierto fue bastante triste. A pesar de ser un encuentro mundial antiimperialista hubo poca gente, un desfile de entre mil y dos mil personas. Poco si pensamos en la magnitud del festival (25 mil delegados más 5 voluntarios). De hecho mi sensación fue de una fuerte soledad y un poco de tristeza, justo cuando debería sentir lo contrario: esperanza por ser una gran masa de gente. A partir de eso, ya sabía que no iba a prosperar lamentablemente todo esto.
La feria de las delegaciones políticas fue bastante pobre también y en general eran actores marginal bastante ultraizquierdistas-stalinistas. Sabiendo que las conferencias eran más bien pobres me dediqué junto con un compañero, Conrado, a recorrer el resto del festival.
Pensando cómo le puedo sacar provecho a esta particular situación comprendí que lo más interesante era ser consciente de que tengo extraordinaria posibilidad que me da este encuentro de conocer la Rusia profunda, muy distinta a Moscú y San Petesburgo. Un complejo gris, multiétnico, conservador (similar en muchos puntos a cualquier interior de un país, incluido el nuestro).
Por otra parte, con el festival al 100%, el lunes ya vi colapsar el festival. Para almorzar había filas enormes imposibles por lo que terminé comiendo una comida básica y evidentemente típica de acá compuesta solo de lentejas y porotos, bastante seca por cierto. Entre eso, los controles y los buses que no andaban empecé a sentir ese síndrome que es el fastidio frente al ineficiente aparato burocrático ruso-soviético. Lo cual no quita que no admire que el Estado pueda hacerse cargo de tamaña actividad donde no se ve la iniciativa privada. El Estado hace todo.
Frente a este aparato tengo una gran anécdota y triunfo. Para sortear en algún momento estas dificultades y otras me hice un non sancto carnet de prensa con mi foto y todo eso. Justo mi amigo preguntó en un área por la conferencia del canciller ruso Lavrov, había arrancado hace 5 minutos pero la sala estaba colmada y era imposible pasar, además de que se entraba con invitación. Ahí aproveché mi mejor espíritu argentino caradura y mi carnet de prensa. Me presenté como periodista y me quejé de que no podíamos pasar. Entramos como unos campeones y estuvimos a 5 metros de Lavrov, rodeados de diplomáticos y de seguridad rusa.
De la conferencia de Lavrov vale la pena decir dos cosas. La primera es que continúa aunque sea atenuado cierto espíritu de la guerra fría. Todo derivaba de las complicadas relaciones con Estados Unidos. Creo que ahí está el quid de la cuestión para entender parte de esta forzada marcha de desarrollo que tienen los rusos con los celulares que nos dan y todo eso (que no funciona muy bien). Por otro lado, como infidencia divertida, no puedo no contar que en el area de prensa había una rubia de ojos claros con rasgos perfectos (levemente mongoloides) y excelentemente presentada aún mucho más linda que el resto de las rusas (lo cual es mucho decir porque son muy lindas). Siendo tan ridículamente linda no pude no intentar charlar con ella. Me acorde de un filósofo de Alemania oriental, Wolfgang Harich, que se levantó a su mujer actriz diciéndole que era de Stalin y de ella. Parafraseando le dije que era de Putin, del Diego y de ella, por suerte se río. No pasamos de una pequeña y simpática charla. Ella supuestamente era periodista pero no me podía decir nada más. Luego, de casualidad por mis amigos, me doy cuenta de que era la hija de Lavrov que yo como caradura estaba intentando caerle simpático.
Cuando salí de la actividad vi todo el despliegue por Lavrov y fui consciente de mi humilde triunfo caradura frente a todo ese aparato
Abran paso a la prensa socialista 😆
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