Moscow, la nomenclatura millonaria (parte 1)





Así como el festival fue un abierto para estimular el contacto Rusia-Resto del mundo, llegar al aeropuerto de Domodedovo fue entender porqué.
Más allá del festival, mi impresión de Rusia fue que es un país encerrado en sí mismo con poca agilidad con el contacto con el turismo exterior y con poca vida cosmopolita. Esto se ve en ejemplos tan sencillos como que para tener wifi en cualquier lugar tenes que poner tu número de teléfono para que te llegue un código que después inscribís para que se habilite. El problema es que si no es un número ruso no hay manera de conectarse. En mi caso y de mis amigxs tuvimos que comprar cada uno un chip para no terminar de quedar aislados de todo. 
También se ve en la señalización, todo en cirílico, poco en nuestro alfabeto y nada en inglés. Esto pasa aún en los museos, que dicho sea de paso son caros y son un desastre para los extranjeros. Ningún museo tiene un folleto digno en otros idiomas, ni siquiera las audios guías funcionan muy bien. Con lo cual ir a los museos implica hacer un poco de tarea previa y llevar la información cocinada de casa. 
Todo esto fue una sorpresa para mi. Pensé encontrarme mucho turismo europeo, acostumbrado a la dinámica turista de ese continente. Creo no exagerar si digo que puedo contar los turistas europeos con los dedos de la mano y que vi más latinoamericanos. Eso si, vi grandes contingentes de turistas asiáticos difícilmente deducibles de qué países venían. O sea el turismo es mayoritariamente ruso y asiático. 
Este poco músculo para el turismo de fuera del país me hace preguntarme, creo que a todos, cómo van hacer los rusos a menos de un año para manejarse con el mundial. Además, a diferencia del festival, poca gente habla en inglés cuando querés preguntarle algo en la calle.
Sin embargo, más allá de estos percances, un poquito estresantes a la hora de comunicarse, Moscú es una ciudad que vale la pena visitar. La gran mayoría de la gente es muy simpática y tiene ganas-buena predisposición para comunicarse con extranjeros. Tienen comidas muy ricas, pescado y derivados. 
Por otra parte, encontré una prosperidad general a la altura del resto de Europa. Por un lado, en la infraestructura de la época sovietica: avenidas, puentes, etc. Pero, sobre todo, me sorprendió, a nivel de impresión no es una opinión bien formada,una buena calidad de vida de la gente. Esperé encontrar más pobreza, más conjunto de monoblocks grises donde la gente vivía con muy poco, y no. Los monoblocks están bien mantenidos y el que nos tocó a nosotros estaba impecable por dentro. Hay muchas cadenas de comidas, supermercados 24hs y distintas cosas así. Creo que vi solo un poco más de gente pidiendo en la calle que en Helsinki y menos que en Madrid.
Hay dos cosas que merecen un tema aparte: los millonarios y el Subte.
 Antes de venir, un compañero que había estado hace poco me había advertido que poco quedaba en Moscú de la Unión Soviética y que, por el contrario, me iba a encontrar con mucho esplendor de millonarios. Fue muy exacto. Nunca visité una ciudad donde se notara tanto una clase de millonarios o de personas con mucha Plata. Todo el centro de Moscú, que es muy grande, está plagado de primer marcas al estilo Cartier,   Valentino, Lois Vuitton, etc. Es como si esas minúsculas dos cuadras  de Alvear entre Callao y Ayacucho lo trasladáramos a todo el centro. Además de eso, la mitad de los autos que circulaban eran mercedes, Audi, Jaguar, Porsche, todos de alta gama y la mayoría con chófer. En algunos hoteles veías unas zarpados mercedes con el chófer esperando que salga les jefes. Por supuesto que todo poralizado. Si a esto le agregamos que este centro, es el centro histórico construido por los Romanov, está sensación de ciudad de millonarios se acrecienta. Con respecto a las construcciones monárquicas, mi impresión fue que había más fastuosidad que en París. Los espacios son más grandes, enormes, y el estilo también es de primer nivel.  Uno no podía dejar de pensar cuando veía a estos millonarios subiéndose en sus autos de lujo que ellos habían sido miembros del PCUS y parte de la nomenclatura y que con la caída se habían aprovechado de la necesidad de la gente. Me intrigan sus historias de vida.
Con respecto al Subte, para mí que vine hacer turismo por el centenario de la revolución, turismo de la historia subalterna si se quiere, es de las mejores cosas que tiene la ciudad. A pesar de que se construyó de Stalin para adelante, el Subte te permite vislumbrar más que cualquier otra cosa que haya visto la cultura soviética pensando en el pueblo. Te encontrabas así con simbología soviética todo el tiempo, imágenes de Lenin, etc. Además, su diseño es monumental y generoso para la gente, lo que indica para quien fue construido. Es sorprendente su lógica de refugio antibombas que se palpa todo el tiempo. Cuando bajas al Subte, te sumergís hasta más de 100 metros bajo tierra y si prestás atención se notan qué hay compuertas de amplio grosor cada cierto tiempo. Las escaleras mecánicas son larguísimas y andan a un fuerte velocidad. Por supuesto, que la red de Subte es muy amplia y te lleva a todos lados. Los subtes en sí no son nuevos pero funcionan mejor que otro Subte que conozca con una rigurosidad que impresiona (al igual que la escalera mecánica). Evidentemente lo que los rusos quieren hacer bien lo hacen perfecto.



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