Chechenian cot y la mirada humana sobre el festival




Quiero también hacer un repaso del festival desde un lado más personal, a nivel humano. Para empezar, el título de este post es producto de los delirios de humor de todas vacaciones y se refiere a mi compañero de cuarto. Con él estuvimos una semana en el mismo cuarto, vive en Rosario y se especializa en relaciones internacionales. Si no era por él me perdía la conferencia de Lavrov. La cuestión es que, con la intención de meter un poco de humor en nuestras charlas con extranjeros, yo le pedían que le pregunten cuál era la comida típica de su ciudad: cuando impasible contestaba “cot”(gato en ruso) las caras se transformaban. Si a esto se deriva su abundante barba, de aspecto rebelde, llegamos al apodo de “Chechenian cot”. Contextualizando que estamos en el Cáucaso y cerca de Chechenia.
Yendo al tema de la complejidad de las delegaciones que toqué en el post anterior, con él tuve el disgusto de cruzarnos con jóvenes miembros del partido Likud (actualmente en el gobierno en Israel) que negaban la crisis humanitaria en Palestina, alegaban que los Palestinos podían trabajar tranquilamente en Israel y que los teroristas usaban a los niños como escudos y por eso se morían. Cinco minutos aguante de charla y no la terminé amistosamente. El canciller Chechenia pudo estoicamente hablar muchos más con ellos manteniendo nuestra posición crítica. Sumando a lo bizarro/marginal hubo delegaciones de Siria con cuadros de Bashar Al-Asad y también una delegación norcoreana. Para entender un poco el contexto. 
Fue una gran alegría compartir esta experiencia con el grupo humano del PSOL, a ninguno conocía hacía más de 10 meses y a la mayoría los conocía hace poco tiempo. Sin embargo encontré personas valiosas, compañeras en el amplio sentido de la palabra, que se volvieron amigas. Por suerte vamos a continuar el viaje juntos. También hubo un muy lindo vínculo con compañeros de otros partidos y delegaciones, sobre todo las centroamericanas y la venezolana. Mención especial para los países balcánicos con quienes compartimos ciertas similitudes a la hora de encarar el bar.
 Por ejemplo, mientras escribo esto, estoy en el avión sentado junto a simpáticos montenegrinos que me contaban la realidad de su país. Ellos son estudiantes de agricultura. Son de izquierda pero no militantes. Son críticos del gobierno de su país pero defienden su derecho de autodeterminación. Al mismo tiempo, extrañan la buena época yugoslava donde estaban reconocidos como nación. 


Retomo esto al día siguiente. Mi inteligente amigo montenegrino me definió la cultura de las naciones de la ex Yugoslavia como amistosas para afuera pero peleadas entre ellas. Su nacionalismo, me dice, no está basado en cosas buenas sino en el odio al otro. Por último, me llamó la atención que a la larga todas iban a   Volver a juntarse nuevamente. La necesidad las llevas.
Después del viaje en avión, tuve una pequeña aventura. Llegué al mismo aeropuerto de antes, Domodedovo. A la hora que llegué los medios para ir hasta la ciudad ya cerraron y además no tenía asegurado Hostel. Además de no conocer la ciudad. O sea estaba bastante en bolas. Por suerte pegué onda con un portugués llamado Pedro que venía del festival también y tenía reservado Hostel (Comrade) pero estaba en la misma para ir. Me dijo que pensaba ir en Uber. Así que cuando bajamos quisimos pedirlo pero nuestros celulares rusos ya no andaban. Pedimos wifi pero te piden un número ruso. Al final terminamos tomándonos el último metro y después un taxi. Para no arriesgarme me quedé en el mismo Hostel que él que por suerte tenía lugar. Ya instalado, en mi desfasaje de horarios, me fui a comer un kebab a una cuadra. Todo esto a las 3 de la mañana. Cuando iba caminando, empezó a nevar. Muy linda ciudad Moscú.

Agregó. Ayer, apenas agarré wifi en el Hostel empecé a ver los resultados de las elecciones en Argentina. Un triste fenómeno difícil de entender. Un abrazo grande para todos los compañeros.

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