Helsinki y las sonrisas

A una semana de haber escrito mi último post, voy a intentar retomar de adelante para atrás. En este post voy a contar mi meteórica impresión de Helsinki. 
Son las 17.50, ya se escondió el sol hace una hora, y acabo de llegar al Hostel donde estaba parando. Aunque quería volver más tarde, el frío y la oscuridad no te hace aguanta más de 6 horas afuera, o por lo menos es mi caso. Igual, el clima en Helsinki es menos hostil que en San Petesburgo. Aun así hace una larga semana que no veo el sol. No sé si es por la estación del año, otoño, pero está siempre encapotado, repito, San Petesburgo peor. 
Desde que arranqué esta parte del viaje hacia Helsinki, me invadió cierta nostalgia. Por un lado, es la parte final del viaje pero además porque me quedé solo. Los amigxs-compás del PSOL continúan por otra parte su viaje. Eso hace que también cambie el ritmo de mi recorrido. Ayer, aunque intenté recorrer todo lo que pude, llovió todo el día. Así que después de 4 horas volví al Hostel a descansar (venía bastante agotado de Rusia).
Quisiera contar algunas reflexiones que se me vienen a la mente de esta parada. La primero es una comparación, resaltando las diferencias, con lo que viví en Rusia. Para empezar vale la pena decir lo obvio, Finlandia es un país con mucho menor población, y ni hablar extensión, que Rusia lo que hace que todo también sea menos grandilocuente.
 Sin embargo, me gustó mucho este país. La clave es que, a diferencia de Rusia, es un país mucho más occidentalizado y abierto al mundo. En primer lugar por el alfabeto, que para un turista no es menor. El esfuerzo de seguirle el ritmo a ciudades tan grandes como Moscú o San Petesburgo se duplica si no entendés el alfabeto. Además de eso, en Helsinki a todo el mundo que le hablé entendía o hablaba mejor que yo el inglés, lo que la comunicación se vuelva mucho más sencilla; eso no quita que no me canse estar tanto tiempo no hablando cotidianamente castellano. Pero también hay algo más, solo con caminar por la calle se puede observar que, por lo menos en Helsinki, los finlandeses están mucho más acostumbrados a convivir fraternalmente con gente de otros países que los rusos. Hay lugares de comidas de todas partes, Líbano, Georgia, México, Etiopía, etcétera. Además, se nota en los hábitos de la gente. No sé si será como en Suecia donde existe históricamente una fuerte política en este sentido pero me da la impresión de que existe una política de apertura hacia los refugiados bastante generosa. 
Por último, una de las impresiones mas fuertes que me llevé de Rusia fue, al ver las caras de los rusos en las interminales escaleras mecánicas del Subte, que no sonreían en su mayoría. Las caras en Helsinki son más joviales y alegres. 
Una pregunta que tenía cuando pensaba en venir acá era cuanta perfección social iba a encontrar en este país escandinavo. Encontré mucha, más que en cualquier país en el haya estado, sin embargo tampoco fue lo que se dice perfección. Vi varias personas pidiendo plata en la calle, también locales fisuras y gente tomando cerveza a absolutamente cualquier hora, de las 10 de la mañana en adelante. 
Pensando en voz alta no vi tampoco los autos de lujos que vi de forma obsena en Moscú.
Lo que sí es divino acá, de vanguardia y todo, es el diseño y la estética tan trabajada y definida. Muy recomendable el museo de la arquitectura y el diseño, no tanto por la cantidad sino por las cosas interesantes que se encuentran. También hay guías de recorridos de locales de diseño con cosas muy buenas. Lamentablemente no es una ciudad barata y estas cosas salían caras. 
Volviendo al tema de la arquitectura, había una exposición de Alvar Alto que celebraba el 50• aniversario de un premio que le habían entregado. Aunque no entienda muy bien, su estilo arquitectónico me pareció muy lindo. También había exposiciones de los siguientes ganadores del mismo premio. Mención especial para el último ganador, un chino que se llama Zhang Ke y que hace unas cosas impresionantes
En conclusión, Helsinki es una ciudad muy agradable de visitar desde diferentes puntos de vista. Recorriéndola creo que la palabra que la define es apacible. En lógica turista, se puede recorrer toda en día y medio. Todo caminando, las distancias no son largas; de última están los tranvías que son muy buenos.
Punto y aparte merece el tema de los anarquistas. Caminando aleatoriamente por la calle lo único politizado que encontré fue una librería de usados anarquista. Me atendieron muy simpáticamente, compré algunos souvenirs y me encontré, nuevamente, con la agradable sorpresa de ver un volante por Santiago Maldonado. No encontré nada más en todo lo que recorrí referido a la política. Sí vi en cantidad cultura rockera, camperas de cuero y locales, lo que obviamente me alegró la vista. 
Ahora, para el regocijo de mis detractores, me voy a probar el salmón escandinavo.


El Hostel cheapsleep dé Helsinki. Alta calidad a pesar del nombre


La librería anarquista de Helsinki


En el museo de arquitectura

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