Madrid a escala

Ya en el vuelo que partió de Madrid a Moscú puedo escribir un poco de las últimas 24hs. Para empezar disculpen si estilo no es el mejor pero sepan entender que estoy atrapado entre la ventana y una grandota matrushka rusa que me aprieta al costado. Es el doble que yo y creo que le gusta hacérmelo saber. También, en la fila de asientos, son tres, es decir del otro lado, viaja el marido de la señora que es igual a Kruschev. Ahora son las 2 y media de la mañana para Madrid, las 3 y media para Moscú y las 9 y media de la noche para Argentina. Por eso será el desvelo y por el calor en el avión.
Por cierto, mientras esperaba para embarcar, en la puerta de mi vuelo, un grupo de jóvenes de acento caribeño se puso a hablar del festival. Caraduramente les pregunté si iban al a Sochi y resulta que sí. Son el contingente guatemalteco en su mayoría: estudiantes universitarios, serán unos 30, "independientes" (es decir de ningún partido) y bastante simpático. 
Solo hablé con uno que era del PC de allá, quien me contó que recién ahora se está rearmando el partido luego de la violenta persecución que sufrieron por años. A él lo sumaron por la universidad. Para quedar bien metí la forma de la peor forma posible, le hablé de Farabundo Martí, gran líder comunista que luchó con Sandino pero que no era de Guatemala sino de El Salvador. Fea metida de pata. También hablé un poco con un joven ruso-costarricense que, por suerte, va después en mí mismo vuelo a Sochi. Un guatemalteco genio me cuenta que aprendió hablar ruso por su cuenta porque le sirve para lo que estudia, Ingeniería Química. 
Dato facho de color: al revés que a mí, a pesar de estar en igual circunstancias, no los dejaron pegarse una escapada a Madrid


Lamentablemente, No pude tener la charla más lúcida  de mi vida con ellos porque en el interín con mi llegada a Madrid aproveché para escaparme al centro. 

El viaje Buenos Aires-Madrid por Iberia fue bastante decente, pantalla y buena comida. Aproveché y continúe mi lectura de las memorias de gobierno de Gorbachov y arranqué mi estudio de "De la ética a la política", ya comentaré de ambos. Cuando llegué a Madrid, luego del mareo inicial por lo grande que es Barajas, pregunté si podía salir y no quedar esperándome infinito en el aeropuerto. 
Haber salido fue lo mejor que me pasó en el día. Con una combinación de Subte bastante sencilla llegué al centro al poco rato. 
Qué me crucé? A los divinos de los españoles festejando el 12 de octubre. Sí, el mismo 12 de octubre que nosotros repudiamos. Muchos sacando las banderas feas monárquicas que tienen al balcón, o caminando con ellas envueltas. Me explicaron que los peor de todos son los que tienen una bandera con un toro, esos son los más fachos (había unos cuantos).
 En mi corto paso, aprovecheé tomé un par de birras en la plaza del sol acompañado con buen jamón crudo y tortilla. También visité una librería de usados muy chic, minimalista que, pobre, en Buenos Aires se funde a los dos días por más linda que sea (tampoco tenía cosas muy buenas). Obvio que además me saqué una foto con el Oso. 
Muy simpática Madrid este feriado, bien el calor, y mejor si era algo no planeado.

Datos: Bien por los anarquistas en Madrid. Vi varias pintadas con la leyenda "dónde está Santiago Maldonado" y también vi un pasacalle de la CNT en el mismo sentido.
Más allá de que no sea exacto, porque estaba el franquismo y debían salir de Paris, el viaje Madrid-Moscú me hace acordar a las anécdotas que cuentan Jorge Semprún y Fernando Claudín y su vida en el PCE. Ellos fueron, además de intelectuales, escritores, etc, muy buenos dirigentes del PCE. En su momento acompañaron a Santiago Carrillo pero luego lo enfrentaron como disidencia: se terminaron yendo. 
En fin, cuenta Semprún, creo que en la autobiografía de Federico Sánchez, que viajó varías veces a el bloque soviético. A pesar de ser un militante, un dirigente del Pce clandestino, era recibido con todas las comodidades. Hasta un punto pasaba esto que el CE del PCE vacacionaba muchas veces en el mar negro como el resto de la nomenclatura. Si no me equivoco Semprún acompaño en más de una vez a la Pasionaria para convencerla de plegarse a una posición política.
Las vacaciones en el mar negro no lo cuento como algo malo. En principio, no le veo nada de malo. Lo cuento porque me viene como reflexión cuán lejos quedó el momento donde, a pesar de todo, dirigentes comunistas clandestinos, y no sólo ellos, disponían de un respaldo tan enorme y diverso como la URSS.


Después de "Como leer al Pato Donald" llega "...y como conquistarlo". A la vuelta nos casamos

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